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Cuántas veces soñamos con amar y ser amados. Con tener a alguien a nuestro lado, preparado para sostenernos si caemos, animarnos si entristecemos, sacarnos una sonrisa si la hemos perdido. Con infinitos besos, abrazos y caricias. Con momentos únicos que nos hagan enrojecer. Días enteros hablando, noches soñando. Con alguien que nos haga creer en el 'para siempre'.

Y una vez encontramos a ese alguien, lo queremos, lo deseamos y, tarde o temprano, lo olvidamos.
Así es la vida. Estamos hechos para sufrir, para amar y no ser correspondidos, para hacer daño, aunque sea sin quererlo. Y por esa razón cuesta encontrar algo duradero, porque, aunque nos empeñemos en negarlo, en realidad, todo acaba.